miércoles, 11 de julio de 2007

SARUMAN, el arte de la persuasión retórica


Saruman, jefe del Concilio Blanco y mago más poderoso de una excelsa orden, fue antaño un hechicero muy poderoso dedicado a adquirir conocimientos y ayudar a los pueblos de la Tierra Media. Antes, un “hombre” dedicado a enseñar, educar y procurar el bienestar social, es convertido por dejarse llevar por los valores materiales en un ser codicioso y deshonesto. Tolkien, a quien no le gustaba la magia o en sí las hazañas que dependieran únicamente de poderes sobrenaturales, dice que el verdadero poder de Saruman está en su voz. Junto con Gandalf, ambos son “maestros” de valores morales, sin embargo así como ocurría en la Grecia clásica así ocurre con estos dos personajes respecto el método que utilizan para enseñar. Como ahora hablamos de Saruman, hablaremos propiamente del arte del sofismo, es decir, de los sofistas.
Los sofistas fueron “maestros”, o filósofos según se mire, que procuraron enseñar la sabiduría a través del discurso retórico, si bien a cambio de cierta remuneración. La primera exigencia de esa areté era el dominio de las palabras para ser capaz de persuadir a otros. "Poder convertir en sólidos y fuertes los argumentos más débiles", dice Protágoras. Gorgias dice que con las palabras se puede envenenar y embelesar. Se trata, pues, de adquirir el dominio de razonamientos engañosos. El arte de la persuasión no está al servicio de la verdad sino de los intereses del que habla. Llamaban a ese arte "conducción de almas". Platón dirá más tarde que era "captura" de almas. Saruman continuamente hace uso de la oratoria y del discurso retórico. La oratoria, usada por los sofistas, era un razonamiento persuasivo y ordenado de la verdad. Ejemplos de oratoria practicada por el mago Saruman son: la que utiliza para convencer a Radagast para que Gandalf acuda a Orthanc en La Comunidad del Anillo; la utilizada con Gandalf para convencerlo de unirse a Sauron en Orthanc; la empleada para convencer a los dunlendinos para que ataquen Rohan (hecho más visible en la versión cinematográfica que en el libro original mas deducible por lo que cuentan los hombres salvajes vencidos en Cuernavilla en el libro de Las Dos Torres); y obviamente cada una de las estratagemas utilizadas en el capítulo La Voz de Saruman en el segundo libro de la trilogía cuando se ve acorralado por las fuerzas de Rohan y la Comunidad; así como después para convencer a Bárbol de que lo dejara escapar de Rotan; o para convencer a los espías del norte a unirse a él en la empresa de conquistar la Comarca. No en vano podemos ver como Saruman es capaz de convencer a Grima, el consejero fiel de Théoden, para que envenene a su señor. Grima, “discípulo” de Saruman se acaba convirtiendo en un hombre deshonesto que solamente ve una verdad, una verdad relativa, que Isengard prevalecerá. Esto último referente a la verdad relativa es otra característica de los sofistas, el relativismo. Sin embargo, podemos ver una evolución en la manera de pensar de Saruman claramente, una vez la voluntad de poder de Sauron se hace palpable. Saruman había dedicado toda su vida a combatir a Sauron pero engañado por la “verdad relativa” (lo que Sauron le proyecta en el Palantir de Orthanc) acaba por desesperarse. Su desesperación, a diferencia de otros personajes de la trilogía como pudieran ser Théoden, Denethor, Boromir, etc., le lleva a cambiar sus principios morales. Bárbol, en el libro de Las Dos Torres, dice de Saruman que “Hubo un tiempo en que Saruman paseaba por mis bosques, ahora tiene mente de metal y ruedas, ya no cuida las cosas que crecen”. Esto es claramente un abandono de la preocupación hacia los demás y el mundo (tal y como presentaban los pensadores clásicos) y la adopción de una moral de señor, siguiendo las pautas de la teoría irracionalista de Nietzsche, argumento filosófico sobre el que pende por el contrario a los valores cristianos de los protagonistas. Es, pues para Tolkien, el “malo” más humano de cuantos existen en su trilogía. Saruman, para los lectores, puede ser concebido como un político, un maestro, un “jefe”… corrompido por los valores materiales de la sociedad (material, recordemos que en la mitología tolkeniana es un espíritu de Aulé, amante de las cosas materiales), y que simplemente aspira a conseguir sus propósitos sin mirar los medios. Saruman “combate” al Mal con mal, y esto al final trunca sus esperanzas relegándolo a ser un “títere” más de una voluntad superior, la voluntad de poder que ejerce el Anillo Único. Paralelamente podemos ver que los valores morales de Saruman antes contemplaban los principios ecologistas y protectores del medio ambiente, pero en la trilogía aboga por la industria, los fuegos, y las armas de combate… ¿No es acaso una “víctima” más del incipiente capitalismo y la Revolución Industrial, donde la competencia es el eje que mueve el mundo y uno debe usar todos sus instrumentos para vencer, aún cuando se destruyan las fuentes energéticas, se malogre el mundo o se produzcan externalidades negativas frente a terceros? Más aún tengamos otro precepto en cuenta, ¿acaso no hablamos de valores cristianos? ¿Acaso Saruman no es como es Gandalf un espíritu enviado por los Dioses? ¿Acaso no pudiere compararse como un enviado a la Tierra Media para liberar la humanidad del Mal de Sauron? Sí, así es. Sin embargo, de alguna manera actúa según así deseó Tolkien, como lo que podría ocurrirle a Gandalf si fracasara en su misión. Saruman, “renueva” sus valores, mas usando la propia voluntad de poder o bien, de otra manera, justificando sus hechos con las necesidades de una sociedad progresista (no en vano la Tierra Media vive en la Edad Media y la continuación, o evolución, histórica es hacia la Edad Moderna, Edad de los descubrimientos). Sin embargo, Gandalf sacrifica su vida (cual lo harían los cristianos o bien la filosofía socrática, un tanto contraria a los principios sofistas de los que hablaba antes) y le es permitido volver a la vida para “acabar su tarea”. Otro factor a tener en cuenta es el Anillo que Saruman forja para sí. Dicho Anillo le da el poder de ser “Saruman el Multicolor”, y no el “Blanco” como debiera ser. ¿Qué quiere decir ser de miles de colores y no ser el Blanco que igualmente, plásticamente o físicamente hablando contiene todos los colores? Podría interpretarse como la continua lucha que existe en el interior de Saruman. Recuerdo que antes hablé de que el antagonista más humano y que por tanto como los humanos tiene sus preocupaciones, sus cambios de humor y parecer, etc. ¿Qué justifica que sea humano? Pues el hecho mismo deducible del relato que Gandalf el Blanco les hace a los Tres Cazadores en el bosque de Fangorn diciéndoles que Saruman atacará Rohan pues teme que el Anillo esté en manos de Théoden. Su excesiva preocupación o mejor dicho su codicia lo ciega ante los asuntos más importantes como el hecho de enfurecer a los Ents, precipitando todas sus fuerzas ante las ciudades más importantes de Rohan. Pero ahora retomando el asunto, de ser un instrumento más de la voluntad de poder de Sauron, podemos verlo en el momento en que en Orthanc, (o bien después en el Saneamiento de la Comarca), no acepta la misericordia o el perdón (valores cristianos) aún cuando por dentro algo de él le dice que debe aceptarlos. ¿Por qué ese orgullo? Por el hecho de que son valores (que para él ya no son necesarios, que son bajos, que son inútiles para conseguir altos propósitos, para subsistir, para conseguir la felicidad…), que no son propios de la moral de un señor. Por lo tanto, para concluir, podemos ver como Saruman no es más que otra víctima más de la sociedad, del progreso, de la voluntad superior del Mal (pecado original),… es el cristiano que a pesar de conocer la delgada línea entre el bien y el mal, cae en la tentación.

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